Oración enviada por xanitu hace 5 años
Dios que regocija.
¿Por qué, Eterno, rechazas mis plegarias?
¿Por qué ocultas tu rostro?
Despiértame, Señor, del sueño de la razón,fertiliza mi mente con
los puros anhelos, haz que pueda ofrecer a la sociedad que me
rodea una visión equilibrada de tu Reino. Permíteme, Ieiazel,
liberarme de los enemigos interiores y exteriores; desprenderme
de todo aquello que me mantiene prisionero a los niveles inferiores
de tus mundos, a fin de que a través de mi alma pueda correr el
mensaje que proclama tus Altos Hechos. Y cuando la fuente del
Aleph mane de mis entrañas, mantenme, Señor, próximo a los
hombres, para que no vean en mí un ser extraño; para que puedan
escucharme confiados y ser, para ellos, canal hacia el Eterno.
Ieiazel exhorta:
Yo me encuentro siempre, peregrino, más allá de tus fronteras
naturales. No me busques en lo que ves, en lo que sientes, en lo
que tu lógica humana pueda abarcar. Búscame en el horizonte sin
fin de lo increado, allí donde la luz se condensa para formar
evidencias. Y cuando me hayas discernido, retenme en tus
ensoñaciones, cántame, para que el pueblo de tus células sienta
el placer de ese encuentro y para que tu entusiasmo desborde y
puedan, los que están junto a ti, sentir el misterio de mi presencia.
Necesito cantores; necesito rapsodas; necesito escribas que relaten
mi gesta. Tú has recibido de mi sensibilidad y razón para narrar con
belleza la crónica de nuestro encuentro.
Purifica tu alma, peregrino, para vivir ese día de gloria plenamente;
para que puedas comprender en toda su amplitud él significado de mí faz.
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