Oración enviada por xanitutinax hace 5 años
San Pío: ¡Escucha a los miembros de la Iglesia de Cristo!
Tú que al morir pediste por ella, en nombre de Jesús, el
Salvador resucitado, la protección contra los riesgos,
a los que todavía esta expuesta.
Mira cómo al día de hoy se propaga el error. Para hacer
frente a todos los enemigos que acechan la Iglesia no
tiene más que la promesa de su Divino Fundador.
Tú que fuiste un austero administrador de la Iglesia, y que
en tu intensa vida espiritual trabajaste incansablemente
porque esta fuera simple y en esa simpleza fiel al Maestro,
intercede ante Dios nuestro Señor para que también nosotros
ahora, sepamos distinguir lo esencial de lo necesario, y lo
necesario de lo superfluo, que saneemos nuestras economías
en la sencillez y austeridad que nos mandó vivir el Señor,
aquél que mientras enseñó que es justo que el trabajador
reciba su salario, a la vez nos pidió no llevar nada para el
camino fuera de un bastón y sandalias, y una túnica y no dos.
Tú que supiste interpretar este mandato de Cristo, pide para
nosotros la Gracia de ser felices con lo poco y necesitar
sólo lo justo.
Te pedimos hoy por nuestro Papa Francisco, que ha iniciado
también tu camino de austeridad para su iglesia, y que por ello
y otras razones, está expuesto a los ataques y astucias del
enemigo. El príncipe de este mundo y las personas que lo
siguen, conspiran contra el Vicario de Cristo. Nos unimos a
tu oración por él.
Intercede frente a Dios para iluminar a los ciegos, confundir
a los perversos; conseguir que la fe finalmente ilumine muchas
inteligencias perdidas, para que el error se convierta en verdad,
y la oscuridad en la luz.
En medio de esta noche tan oscura y tan amenazante, pide al
Señor la Gracia de unir nuestras almas a la cruz del Señor para
que no nos perdamos, para que no nos dispersemos en la
tormenta, en la adversidad. Que seamos más fieles a la fe y
las tradiciones de la Iglesia, que riegan con amor y ordenan la
vida de cada familia que abraza a Cristo. Multiplica en la iglesia
a hombres fuertes por la gracia de Dios en obras y palabras,
llenas de celo por la fe y por la santificación de las almas.
Todo esto te lo pedimos, por nuestro Señor Jesucristo y por
María tu fiel auxiliadora.
Amén.
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