Oración enviada por xanitu hace 6 años
Divina Virgen de Lourdes,
Señora de los milagros,
estrella de los dolientes
y aurora de los inválidos,
que las naciones de América
bendigan tu nombre blanco,
rimando la dulce fabla
de los juglares de antaño;
y Tronos y Serafines,
Dominaciones y Santos,
ensalcen con arpas de oro
la gloria azul de tu manto.
Mediaba el siglo XVIII
bajo un fulgor de topacios,
materialistas y ateos
negaban lo eterno y sacro;
y escarnecían, Señora,
tu concepción sin pecado.
Pero el augusto Pío Nono,
clamó al Espíritu Santo,
y en el Concilio Ecuménico
proclamó al orbe cristiano,
dogma de Fe, de la Iglesia,
tu origen inmaculado:
albor de nieve y espuma,
lumbre de Dios hecho cántico,
que floreció en los planetas
y fulguró en el espacio.
Gemía el viento en las grietas
del torreón almenado,
guardián del viejo castillo,
-mole de roca y de mármol,-
que sepultó entre sus ruinas
la Guerra de los Cien Años;
y en una fresca mañana
tensa de amor y presagio,
rasgó un relámpago de oro
la cima de los nevados,
y reflejando la gruta
de Massavielle, en el riacho;
se apareció a Bernardita,
tu imagen ¡flor de los astros!
Botó la niña los haces
de húmeda leña, en el prado,
y estremecida de asombro
se sumió en dulce letargo.
mas, la sostuvo tu gracia,
y vieron sus ojos zarcos,
brillar la Mística Rosa,
-cáliz del Verbo Encarnado,-
que en una aureola de arcángeles,
ciñen girando los astros.
Tu voz sembró en sus oídos
arpegios de cielo claro,
que resonaron Señora,
en el violín de los álamos;
y embelesada de gozo
volvió la santa al poblacho,
y transmitió a los labriegos
del Paraíso, tu encargo,
tierno y sublime mensaje
pleno de amor y de encanto.
La humilde gente del pueblo
creyó el divino relato,
y embelleció aquel paraje
con un agreste retablo;
cayó una lluvia de rosas
sobre el peñón escarpado,
y de las rocas musgosas
fuentes de vida brotaron.
Pero los guardias civiles
vedaron a los aldeanos,
colmar su sed en las linfas
que bullen en el regato,
y se ordenó la clausura
del prodigioso Sagrario,
donde la Virgen Purísima
abrió a la tierra sus brazos.
Mas el Obispo de Tarbes
insigne y docto Prelado,
después de un largo proceso
declaró cierto el milagro;
pues ciegos de nacimiento
vieron el cielo escarchado,
y enfermos y paralíticos
salieron del baño, sanos;
y desde entonces, Señora,
los seres atormentados,
acuden todos los días
a beber agua en tus manos,
y el sol irisa de lágrimas
las perlas de tu rosario.
Por eso los peregrinos
de todo el mundo cristiano,
te coronaron de estrellas
Reina del trono Seráfico,
y alzaron una Basílica
sobre el glorioso peñasco,
que ostenta en una herradura
los tres soberbios Santuarios,
con que el fervor del los pueblos
honró tu nombre sagrado;
y deshojando en plegarias
el madrigal de su canto,
desgarró el cielo de nubes
la flecha del campanario.
(Javier Del Granado)
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