Oración enviada por xanitu hace 6 años
Preciosa es la oración, dulce y sabrosa.
Inclinarse ante el trono de gracia
y allí depositar todas las cargas.
Obtener nuevo aliento en la carrera,
vestirse la armadura de la fe,
y depender tan solo del Señor.
Cuando la carga abruma la conciencia,
oír, suave, un murmullo de amor
que aleja toda nube de temor,
y nos indica la Sangre de Cristo.
Cuán grato y tierno es el recordarnos
que Su justicia está envuelta en su gracia.
¡Pero, oh, el ver el rostro de Jesús!
El verme libre de pecado y pena.
Sentir mi rostro reclinado en su pecho;
¡esto es más dulce aún, y mucho más!
Toda felicidad aquí en la tierra
¡es como nada comparada a esto!
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