> Oración a la Virgen del Vilar.
Oración enviada por xanitutinax hace 5 años
¿Quién da fuerzas ¡oh Virgen! a mi brazo
para luchar con la desgracia mía?
¿Quién me recibe en maternal regazo
cuando la sombra ha disipado el día?
Quién de deberes me recuerda el lazo?
Quien da el talento, quién la fantasía?
Tú y mil veces tú, Madre del alma ,
Virgen María, manantial de calma.
Bendita no una vez, sino mil veces
fuente de amor tan limpia como pura,
¿qué sería de mí si con mis preces
no posara a tus pies yo mi amargura?
Sí, Madre mía, tú me das con creces,
con tu cariño celestial ventura,
Y después que á tus píes heme postrado
me encuentro. Madre mía, transformado.
¿Y puede respirar en este mundo
un ser ¡oh Madre! que a tu amor no acuda?
y puede haber un ser que ni un segundo
ponga ¡oh María! tu existencia en duda?
No es posible, jamás, que es muy profundo
el dolor del vivir en guerra cruda,
y sin fe y sin amor no viviría
quien no creyera en ti. Virgen María.
Tú calmas el dolor que da la vida,
tú la esperanza das a quien te reza ,
tú al ser la Madre del Señor querida
allanas de esta vida la aspereza;
tú que fuiste María la escojida
nunca acaba tu amor, pues siempre empieza ,
y siempre encuentra quien en ti confía
nuevo raudal de dicha y de alegría.
Mas ¡ay! soy pecador, Madre amorosa ,
y no sé si a tu amor tengo derecho;
frágil arcilla soy ¡oh Madre hermosa!
del polvo de la tierra por Dios hecho,
y es mucho orgullo en mí, y es fuerte cosa
que mis penas descanse yo en tu pecho,
mas si soy pecador, lo soy contrito,
y tu amor ¡oh María! es infinito.
Sé, pues, mi amparo; bajo tu manto
do quiero yo vivir, Madre del alma,
siempre el rezo y amor secará el llanto
encontrando en tu seno yo la calma;
y si debo sufrir, sufriré en tanto
que me cobije tu virgínea palma,
y pues mi Madre arrebatome el cielo,
sélo tú doble para mi consuelo.
¡Oh Virgen del Vílar! a ti yo acudo
de lágrimas de amor llenos los ojos,
sé Madre mía el celestial escudo
que aparte de mi senda los abrojos,
y no permitas que ni un día mudo
quede ¡oh María! yo ante ti de hinojos,
sé, siempre y mientras viva ¡oh Madre mía!
mi protectora y mi divina guía.
Y si sufro, recordaré el Calvario
que subió por mis culpas el Dios Hijo,
y al extender la muerte su sudario
y si me cubre con afán prolijo,
que me halle con tu santo escapulario,
en tu cariño el pensamiento fijo,
y si así exhalo mi postrer aliento
no ansío nada más, ya estoy contento.
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