Oración enviada por xanitutinax hace 6 años
Dios te salve, Reina y Madre, de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra: Dios te salve.
A ti llamamos los desterrados hijos de Eva.
A ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas.
Ea, pues, Señora abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos. Y después de este destierro, muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.
Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María (*).
(Se ha atribuido a Ademaro de Monteil, obispo de
Puy-en-Velay, el famoso predicador de la
primera cruzada, muerto en el 1908.
(*) Las últimas invocaciones las añadirá San Bernardo.)
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