Oración enviada por xanitutinax hace 5 años
Muerto el color, caída la cabeza,
subyugada al poder que la domina,
lo mismo que cansada peregrina,
con lento paso marcha la Pereza.
Si en el mas leve obstáculo tropieza
por doquier que lánguida camina,
falta ya de vigor, toda se inclina,
lanzando un ¡ay! señal de su flaqueza.
Se siente en ademan desfallecida,
y, haciendo del deber sombra ilusoria,
sumergida en sopor, dalo al olvido;
Y, de la propia dicha sin memoria,
por no mover su cuerpo entumecido,
todo lo pierde, todo: hasta la gloria.
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