Oración enviada por xanitu hace 6 años
¡Dios Todopoderoso! ¡Que vuestra misericordia se extienda sobre esta alma que acabáis de llamar ante vuestra presencia! ¡Que las pruebas que ha sufrido en esta vida le sean tomadas en cuenta, y nuestras oraciones puedan aliviar y abreviar las penas que aún tenga que sufrir como espíritu!
Espíritus buenos que habéis venido a recibirle, y sobre todo vos, su Ángel de la Guarda, asistidle, para ayudarle a despojarse de la materia, dadle luz y la conciencia de sí mismo, con el fin de sacarle de la turbación espiritual que acompaña el tránsito de la vida corporal y la vida espiritual, inspiradle al arrepentimiento de las faltas que haya cometido y al deseo de que le sea permitido repararlas, para activar su adelantamiento hacia la vida de eterna bienaventuranza. Tú (aquí el nombre del fallecido) acabas de entrar en el mundo de los espíritus, y sin embargo estás presente entre nosotros, nos oyes y nos escuchas porque no hay más diferencia entre tú y nosotros que el cuerpo perecedero que acabas de dejar y que muy pronto será reducido a polvo. Has dejado la grosera envoltura sujeta a las vicisitudes y a la muerte, y sólo conservas la envoltura etérea e imperecedera. Si no vives ya por el cuerpo vives la vida de los espíritus, y esta vida se halla exenta de las miserias que afligen a la humanidad. Tampoco tienes el velo que oculta a nuestros ojos los resplandores de la vida futura; de hoy en adelante podrás contemplar nuevas maravillas, mientras que nosotros estamos aún sumergidos en las tinieblas.
Vas a recorrer el espacio y visitar los mundos con toda libertad, mientras que nosotros nos arrastramos penosamente sobre la tierra en la que nos retiene nuestro cuerpo material, semejante para nosotros a una carga muy pesada. El horizonte de lo infinito va a desarrollarse ante ti; en presencia de tanta grandeza comprenderás la vanidad de nuestros deseos terrestres, de nuestras ambiciones mundanas y de nuestros banales goces de que los hombres hacen sus delicias.
Para los hombres la muerte es sólo una separación material de algunos instantes. Desde el lugar del destierro en donde nos retiene aún la voluntad de Dios, así como los deberes que tenemos que cumplir en la tierra, te seguiremos con el pensamiento hasta el momento en que se nos permita reunirnos a ti, así como tú te has reunido con los que te han precedido. Si nosotros no podemos ir a tu lado, tú puedes venir al nuestro. Ven, pues, entre los que te aman y te han amado, sostenlos en las pruebas de la vida, vela por los que te son queridos, protégelos según tu poder, y calma sus pesares con el pensamiento de que eres más feliz ahora, y la consoladora certeza de lograr reunirnos un día en un mundo mejor.
En el mundo donde estás, deben extinguirse todos los resentimientos terrestres, ¡que a ellos sea inaccesible para tu felicidad futura! Perdona, pues, a los que han podido hacerte algún agravio para que ellos te perdonen las ofensas que tú puedas haberles hecho.
Amén
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